No  sé por qué lo hago, de verdad que no lo entiendo... por qué aguanto tus  vaivenes, tus idas y venidas, un día bien y al otro mal, tus dudas, tus  cambios de humor... tus tonterías, al fin y al cabo... Y no puedo  reprocharte nada, porque sé que lo haces porque yo te lo permito...  porque no soy capaz de mirarte a los ojos y decirte que se acabó, que me  cansé de ti y de tus niñerías, de que me trates como si fuera otra más,  tú sabes que lo que tenemos tú y yo es especial, o al menos lo es para  mí... ya empiezo a dudar que tú opines lo mismo... ¿Sabes? Me vas a  perder, lo sé... Ahora mismo no sé por qué te aguanto, pero si sé que  algún día no lo haré más, simplemente te miraré a los ojos y te diré en  voz baja que te vayas, porque esto ya no tendrá sentido y porque no soy  como esas muñequitas tuyas que callan una y otra vez. No, algún día  vendrás a buscarme, como tantas otras veces lo has hecho ya. Cuando te  canses de la princesita de turno, sabes que me buscarás a mí, como  siempre, y yo he estado ahí, para decirte que no te preocupes, para  fingir que no me importa, para besarte y hacer como si nada... pero  algún día dejarás de tener ese efecto hipnótico en mí, algún día vendrás  a buscarme una vez más y yo sonreiré y te diré, tranquila conmigo  misma, que no me interesa, que me has perdido y que ya otro supo ocupar  el lugar del protagonista de mi cuento, ese que tú nunca has querido... O  quizás no, ¿sabes? Porque quizás la protagonista de mi cuento sea yo y  solo yo, y quizás algún día ya no te necesite más, quizás ese día  consiga explicarme a mi misma por qué te aguanto tanta tontería... Ahora  mismo no tengo respuesta a esa pregunta, así que hoy, como tantas veces  antes, vuelvo a sonreír y a decirte que no pasa nada, que yo siempre  estaré ahí, para ti...
 

 
No hay comentarios:
Publicar un comentario